Excmo. y Magfco. Sr. Rector de la Universidad de Sevilla. Estimado Miguel Ángel Castro.

Excmo. Sr. Decano de la Facultad de Derecho. Estimado Alfonso Castro Sáenz-

Las entidades y personas que suscribimos esta carta queremos expresar nuestra disconformidad con la constitución de la Cátedra de Estudios Mineros-AMINER, que el jueves 21 realizará un primer acto en la Facultad de Derecho.

Para explicar nuestra disconformidad recordaremos brevemente principios universitarios que seguro Vd. comparte: la institución que preside es pública, condición a la que se une que es un centro universitario. Esta doble condición -pública y científica- impone a nuestras universidades, más que a cualquier otra institución, garantizar igual atención a la pluralidad de valores, concepciones e intereses presentes en nuestra sociedad. Es decir, nuestras universidades públicas tienen que ser las que mejor acojan el pluralismo de nuestras sociedades, para lo que la institución en conjunto tiene que estar por encima de visiones e intereses sectoriales, preservando incluso la independencia sustancial respecto de las orientaciones políticas de los gobiernos representativos, para hacer honor a la autonomía universitaria. Conocemos la estrategia minera de la Junta de Andalucía, muy cercana a la de AMINER, y en línea con la estrategia de las así llamadas “materias primas críticas” de la Unión Europea. Son opciones legítimas, por la razón elemental de que surgen de gobiernos representativos. Pero hay otras propuestas razonables y razonadas, que la Universidad no puede orillar como si fuera un mero brazo ejecutor de las políticas gubernamentales. Reiteramos la apelación del indeclinable universalismo de la universidad.

La cátedra referida, según entendemos, desmerece estos objetivos universalistas, por los propósitos que declara, y por tratarse de una cátedra: porque es a través de sus cátedras y departamentos que las universidades manifiestan cuáles son sus objetivos estratégicos. No puede sino deducirse que la Universidad de Sevilla en conjunto hace suyos los objetivos que declara alcanzar la Cátedra AMINER. Por eso hemos decidido  escribir esta carta abierta, para que conozca Vd. y se conozcan nuestras razones, que esperamos sean atendidas.

Podría parecer que la cátedra es una más de las que han venido instituyéndose en estos años, con las que se pretende fomentar la cooperación de la Universidad de Sevilla con la sociedad civil.

AMINER es el acrónimo de la “Asociación de Empresas Investigadoras, Extractoras, transformadoras Minero-Metalúrgicas, Auxiliares y de Servicios”, el sindicato que defiende los intereses de las empresas de esta actividad extractiva en Andalucía. Las más influyentes entre ellas son multinacionales con sede en terceros países, por lo general extracomunitarios. De la página web del sindicato y de las declaraciones de sus representantes se desprende que sus objetivos son dos:

1) presionar a las instituciones públicas para que accedan a facilitar al extremo la apertura de nuevas minas metálicas o la reapertura de las abandonadas, siempre que haya expectativa de ganancia para sus sindicados

2) difundir entre el público en general la idea de que más minas es siempre mejor, tanto para Andalucía como para Europa y el mundo. Porque, según asegura el sindicato, los materiales extraídos del subsuelo serían la base de su concreta y unilineal concepción del progreso, que se cifraría en mayor disponibilidad de cualquier mercancía provista de metales, sin hacer ningún distingo sobre los usos a que se destinarán y olvidando o minimizando los costes sociales y ambientales que provocara su consumo y su obsolescencia.

Para evitar razonables prevenciones o rechazos a sus intereses extractivos, AMINER difunde, con abundante y sofisticada publicidad, dos mensajes principales:

El primer mensaje es que sus empresas asociadas disponen de “tecnología punta” capaz de enjugar, neutralizar o almacenar con total seguridad los residuos tóxicos, con alto contenido contaminante en metales pesados, que invariablemente conlleva el tratamiento de los metales beneficiados. Si bien, ni AMINER ni sus sindicados explican en qué consiste esa tecnología. Pero lo cierto es que son residuos muy tóxicos y muy peligrosos que se cuentan en millones de toneladas, y que se convierten en pasivos ambientales que quedarán en el territorio, por decenios y siglos, en tres tipos de depósitos:

a) Escombreras, que, lentamente, pero por décadas e incluso siglos, drenarán lixiviados ácidos y metálicos a los ríos y acuíferos. Así ocurre con las cientos de ellas existentes en la faja pirítica de Huelva y Sevilla, entre el Guadalquivir y el Guadiana, o en las comarcas mineras de Almería, Jaén o Córdoba. Ya en 1987 una investigación patrocinada por UNESCO documentaba que los ríos de la faja pirítica en su parte andaluza (de la vertiente oeste del Guadalquivir al Guadiana) están entre los principales efluentes de contaminación por metales pesados a los mares del mundo (https://www.jodc.go.jp/jodcweb/info/ioc_doc/GESAMP/077658eb.pdf)

b) Balsas de lodos o relaves, como las siniestradas de Aznalcóllar, Brumadinho o Samarco, o las aún en activo de las minas de Río Tinto, las más grandes de Europa, y con proyecto de recrecimiento. Las de Río Tinto contienen actualmente unos 182 millones de metros cúbicos de lodos altamente tóxicos, treinta veces lo que contenía la de Aznalcóllar. Son construcciones prohibidas en muchos países, por su perennidad e inseguridad demostrada.

c) Sarcófagos bajo la superficie, tapados con tierra y sobre una “geomembrana” plástica aislante. AMINER prefiere llamarlos “cápsulas”. Desconocemos cuantos millones de toneladas de residuos peligrosos procedentes de Mina Cobre las Cruces están siendo depositados así a pocos kilómetros de Sevilla, justo sobre el acuífero Niebla-Posadas. ¿Qué duración y garantías tienen esas geomembranas? No lo sabemos, pues ni AMINER ni First Quantum (propietaria de los derechos de la mina) ofrecen información al respecto. Pero no hay duda de que el plástico aislante durará mucho menos que los metales pesados. ¿Cuantos años tardarán en afectar al acuífero? Esos sarcófagos son una grave injusticia ambiental que endosamos a las generaciones futuras.

Sea que se dejen en escombreras, balsas o sarcófagos, deberán –deberían- seguir siendo vigilados (¿por quién?) mucho tiempo después de que las compañías mineras se hayan marchado.

El segundo mensaje de AMINER es que la minería metálica “crea” abundante riqueza, que se derrama por los municipios colindantes, nutre las arcas públicas con los impuestos y crea abundante empleo de calidad, además de impulsar el desarrollo tecnológico. Pero los estudios independientes que sustancien estas declaraciones son casi inexistentes, entre otras cosas por la opacidad con la que operan estas empresas. Aun dando por buenas sus afirmaciones sin contrastar, la vida media de una mina es de veinte años. Es pertinente preguntarse ¿y después qué? ¿Cuál es el coste para las arcas públicas del mantenimiento de los pasivos ambientales permanentes que dejan las empresas mineras incluso una vez que concluyen sus obligaciones de restauración?

A todo lo anterior hay que añadir que todas las explotaciones de minería metálica causan importantes daños ambientales en las aguas superficiales y subterráneas. Son múltiples y repetidos los casos en la provincia de Sevilla.

Empezando por los ingentes daños provocados por la balsa de la mina de Aznalcóllar, desde varios años antes de su rotura, y por supuesto tras la rotura catastrófica del 25 de abril de 1998 que puso en riesgo el Parque Nacional de Doñana. Hasta la fecha nunca se han satisfecho ni resarcido eso daños por parte de la empresa responsable, y ninguna actuación judicial ha sido satisfactoria.

Y siguiendo por los reiterados daños provocados por la mina de Las Cruces desde 2008 hasta la actualidad, con sentencias firmes de la Audiencia Provincial de Sevilla (12/09/2016) por delito ambiental y del Tribunal Supremo (03/12/2018) por infracción muy grave causada por la detracción ilegal de aguas subterráneas públicas que son reserva estratégica de consumo humano para la capital sevillana en periodos de sequía.

Ante estos antecedentes y presentes hechos infractores, estamos convencidos que se debe abogar, en su caso, por la creación de una Cátedra en la Facultad de Derecho para la protección legal frente a las agresiones mineras al medio ambiente y a las aguas públicas de Sevilla.

Por estas razones, y aun por otras que, siendo relevantes, sería prolijo referir aquí, le solicitamos que reconsidere la asunción de las tesis de AMINER que la Universidad de Sevilla hace suyas al respaldar la Cátedra. Ello no debe ser óbice para que la investigación y la docencia de temas mineros tenga cabida en los departamentos y las aulas, pero no al modo de estandarte que la modalidad elegida ahora conlleva. Porque hay un debate científico muy relevante sobre el papel que la minería debe desempeñar tras el consenso científico de los límites del crecimiento. Y porque la afirmación de las compañías mineras y sus sindicatos de que los procedimientos actuales de gestión de residuos permiten su inocuidad no está contrastada científicamente, al menos no por estudios independientes. La Universidad de Sevilla, con su Rector al frente, no debe suscribir una afirmación tan controvertida, sino, fomentar investigaciones independientes y el debate necesario entre expertos y expertas de distintas especialidades, sectores interesados y ciudadanía. Este debate no está teniendo lugar, siendo sustituido por poderosas campañas publicitarias de las multinacionales mineras.

La Universidad de Sevilla tiene prestigio, medios y conocimiento solvente como para acoger este relevante debate global, más necesario aún en Andalucía, pues las transnacionales mineras tienen, y publicitan, ambiciosos planes extractivos para esta tierra. Le solicitamos una iniciativa seria en este sentido. En tal foro tendrá que estar AMINER, pero no solo AMINER.
Saludos cordiales

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