Más allá de las Colinas Blancas se han perdido aventureros, caravanas de mercaderes y cuadrillas de mercenarios. Ni bandidos se ven ya por allí; la niebla todo lo cubre. Estoy dispuesto a pagar con coronas imperiales a grupos de valientes que encuentren para mí una ruta segura, pues tengo mucho que ganar como mercader en ello. Buscadme en la Posada de Dan el Rojo.
Bartosh Cuentaplata.
Cuatro días antes de la 6ª Luna, Playalarga.
Eso dice la nota colgada en una la puerta de la villa. En una esquina alguien ha escrito con dudosa caligrafía un insulto obsceno y seguido de un nombre (Munalf). En otro lado han dibujado una especie de calavera atravesada en una lanza, abajo pone ALEVARTIO.
Te diriges a la posada, al fin y al cabo en un sitio como Playalarga no se espera que haya mucho trabajo. Es cierto que has oído que buscaban a gente por aquí, ¡pero esto es el culo del mundo! ...al menos pagarán mejor por limpiar.
Dan el Rojo, dice el cartel. Sale un orco dibujado con media cara roja...¿tuerto? Bueno, al menos esa cara color rojo/aceituna con un tachón en de sus ojos parece indicarlo. Menudo tugurio, cruzas los dedos y entras. De reojo, en la puerta del establo ves el mismo cartel, pero sin dibujos. Aunque tiene más información: DENAN CERDO PAGA.
Todo vacío, una mesa con dos tipos: uno largo canijo y moreno, otro bajo que está de espaldas, no parece humano... o es anormalmente bajo. El hombre-niño se va. Sube. El largo te mira, tiene una perilla de chivo trenzada, negra y plateada. Entradas como los muelles de Vadoeste y una mirada con brillo. Manos huesudas, ropa ancha, color ocre, con mejores días. Gorro negro, como el de dormir. Menudo tipo raro. En su mesa hay papeles, tinta, pluma y vela. Tiene pinta de ser el que contrata...
- Bienvenido aventurero, soy Bartosh Cuentaplata ¿me buscábais? - Tiene un acento del continente Ib'Arla. Y le falta un diente.
- Si, hola. Soy...