Introducción
El profeta Isaías ejerció su ministerio en Judá, desde el reinado de Uzías, conocido también como Azarías (2 R. 15:1-7; 2 Cr. 26:1-23), hasta el reinado de Ezequías, sirviendo como consejero de los reyes (2 Cr. 29-32). Se cree que fue el escritor del libro que lleva su nombre que se caracteriza por las profecías de índole mesiánico, pues su nombre significa “El Señor salva”.
Los tiempos que le tocaron vivir a Isaías fueron muy difíciles, ya que fue un período de decadencia del reino que se dividió, en el norte Israel y en el sur Judá; además de la caída de Samaria ante los Asirios; sin embargo, también hubo tiempos de avivamiento como el de Ezequías, que restableció el culto del Templo, la celebración de la Pascua, además de reorganizar los ministerios de los levitas y de los sacerdotes. Isaías sobrevivió a cuatro reyes (Azarías, Acaz, Ezequías y Manasés), finalmente Manasés lo mandó matar aserrándolo.
La primera parte que tratamos aquí (1-33) inicia con un llamado al arrepentimiento, confrontando al pueblo por su pecado, por su estilo de vida religioso, de sólo apariencia y anunciando la gracia de Dios para quien se vuelva de sus malos caminos, y juicio y exilio para el pueblo que persevere en seguir en su pecado.
En el capítulo 6 encontramos el llamado de Dios a Isaías al ministerio, en los capítulos 7 al 12 se hace mención de la venida del Mesías y de su reinado. En los siguientes capítulos se expresa el juicio de Dios hacia diferentes naciones y sobre toda la tierra. Del 28 en adelante habla del pueblo de Israel, al que se le reprende, exhorta, amonesta y se le da esperanza de un futuro de gloria y victoria.