RESPONDA LAS PREGUNTAS 3 Y 4 CON BASE EN LA LECTURA Y EL ANÁLISIS DEL SIGUIENTE TEXTO
EL MARTILLO DE LA HISTORIA
Por: William Ospina
Las guerras no terminan cuando se cuentan los muertos sino cuando se eliminan sus causas.
Por eso el tremendo informe que ha presentado el Centro de Memoria Histórica, con las cifras del conflicto que hace medio siglo arruina física y moralmente a Colombia, no puede ser el final de un proceso, sino el comienzo de un examen muy serio de cuáles son las causas que hicieron que hayan muerto por el conflicto 220.000 personas y sólo 40.000 en el campo de combate, que se hayan degradado hasta lo indecible los métodos de exterminio, se haya expulsado de sus tierras en medio del horror y el desastre a cinco millones de personas y se haya profanado una vez más la dignidad de la Nación. No sólo hay que preguntarse qué ser humano muere bajo el balazo, el machete o la motosierra, sino que ser humano se degrada y se destruye cometiendo ese crimen. Y si a algo nos deben conducir estas cifras tan necesarias es a la comprensión de que la guerra no es la estadística: que detrás de unas cifras que forzosamente los diseñadores gráficos convierten en bellas tipografías y en iconos de colores hay largas jornadas de terror, incontables horas de angustias, ríos de desesperación, miles de hijos huérfanos de sus padres y miles de padres huérfanos de sus hijos. Y noches de desvelo, y desembarcos monstruosos, y fiestas de sangre, y violaciones aterradoras, y torturas desesperantes, y el fuego del odio en los ojos, y el hastío de la maldad, y las moscas de la muerte […] Resulta asombroso que la odiada guerrilla, contra la que se ha levantado la sociedad en masivas manifestaciones de rechazo a prácticas tan repudiables como el secuestro o el minado de campos, sea responsable apenas de una tercera parte de los hechos atroces consignados en el informe, y que casi dos terceras partes de esos hechos se deban a los paramilitares y a su alianza con lo que solemos llamar “las fuerzas del orden”. Las preguntas más terribles vienen después. Al cabo de cincuenta años de matanzas, que aquí le atribuimos al conflicto, ¿no será necesario buscar causas más hondas? […] ¿Qué responsabilidad le cabe a la dirigencia que ha tenido el país en sus manos durante los últimos cien años en este desangre inhumano? ¿No era a ella a quien le correspondía educar a la comunidad en pautas mínimas de civilización, incorporar a millones de personas a un orden de mínimas oportunidades y de garantías sociales, construir un Estado operante, formarnos a todos con el ejemplo y la responsabilidad, ya que ha sido tan aguerrida en la defensa de sus privilegios políticos y de su dignidad social? […] Frente a estas tremendas evidencias de la irresponsabilidad, de la mezquindad y de la pequeñez histórica, no bastará con mostrar ojos asombrados y rostros compungidos. Hay que modificar con urgencia el tremendo cuadro de injusticia y de impiedad en que vivimos, o esperar el martillo de la historia.
Tomado de
http://www.elespectador.com/opinion/el-martillo-de-la-historia-columna-436366