Más de 1,2 millones de menores en el mundo se encuentran privados de libertad en cárceles,
comisarías y centros de internamiento.
La mayoría sin juicio, sin antecedentes y por hechos como dormir en la calle. Carecen de asistencia legal, nadie sabe que están allí y lo peor de todo es que comparten celdas con adultos acusados de delitos de sangre o violencia sexual.
Los niños, niñas y jóvenes que son privados de libertad ven cómo sus derechos son violados sistemáticamente. Son tratados como delincuentes cuando lo que necesitan es apoyo y asistencia social.