Introducción
LEVÍTICO es el tercer libro que escribió Moisés, y recibe su nombre debido a que en él están escritas las funciones de los sacerdotes de Dios, que pertenecían a la tribu de Leví, uno de los hijos de Jacob.
A lo largo de este libro encontramos instrucciones precisas para realizar los sacrificios de diversos tipos que eran propios del Antiguo Pacto, y que tenían como se menciona en la Carta a los Hebreos “la sombra de los bienes venideros, pero que por sí mismos no podían hacer perfectos a los que se acercan” (He. 10:1); que señalan ya al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y muestra al sacerdocio levítico como un tipo del sacerdocio de Cristo, quien en el Nuevo Pacto se constituye en nuestro mediador ante el Padre.
El libro de Levítico se puede dividir en tres partes, cada una con sus contrapartes en el Nuevo Testamento y tienen por tanto un gran significado para el que ha creído en Jesús:
La primera parte la encontramos en los primeros 7 capítulos dirigidos a mostrar la forma de cómo debían los judíos acercarse a Dios; por medio de ofrendas, holocaustos y demás sacrificios; para el cristiano significa la puerta de acceso al Padre por medio de la muerte de Jesús.
La segunda parte comprende los capítulos del 8 al 10, en donde se dan instrucciones directas al sacerdote y señalan la importancia de este ministerio y lo sagrado que es; en el Nuevo Pacto se traduce en el ministerio de Jesús, el sumo sacerdote.
Y finalmente, los capítulos restantes del 11 al 27 nos hablan de cómo debería ser la vida del judío ante su Señor, es decir, la santidad que para el seguidor de Jesús debe ser una manera y un objetivo como lo señala Lv. 19:2, 1 P. 1:16.
En general este libro está enfocado a la santidad como un atributo de Dios que define su persona y desea reflejar en todo aquel que está dispuesto a obedecerle y a amarle con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente y con todas sus fuerzas.