Introducción
El primer libro de Reyes constituye una continuación de los dos libros de Samuel, y recopila los acontecimientos que hubo en el pueblo de Israel desde la muerte del rey David. La mitad del libro se enfoca en el reinado de Salomón que se destaca por su esplendor y al que Dios le dice: “no ha habido otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú” (3:12). Sin embargo, la abundancia de las riquezas, su fastuosidad y su prosperidad le hicieron apartar sus ojos del que provee, dejando de lado los mandamientos del Dios de David su padre; razón por la cual el pueblo se divide a la muerte de Salomón, en dos reinos: Israel al norte y Judá, al sur.
A partir de ese momento el libro de 1 Reyes comienza a llevar las historias paralelas de los reyes de estos dos reinos, que siendo hermanos se encontraban separados.
El reino del norte se caracterizaba por mantenerse alejado de la palabra de Dios, ya que sus reyes persistían en la idolatría, desde que Jeroboam construyó altares a dioses extraños con el fin de mantener la unidad de sus súbditos y evitar que volvieran a Jerusalén.
En Judá al sur hubo reyes que se corrompieron y cayeron en prácticas paganas, pero también hubo reyes que hicieron lo bueno como Asa y Josafat, quienes procuraron hacer lo recto delante de Dios.
En buena parte de 1 Reyes se menciona al profeta Elías, un personaje importante en Israel, quien se distinguió por el poder con que Dios lo usaba, y la palabra que daba de parte del Señor, con la cual retaba a los perversos Acab y Jezabel. En la vida y el ministerio de Elías puede advertirse, la guía, la provisión, el respaldo y protección de Dios sobre una persona que busca, sobre todas las cosas, ser fiel al Creador, muy a pesar de las circunstancias tan adversas que vivió.