Ejercicio 1. Los Ladrones NM1
INSTRUCCIONES GENERALES:
- Antes de comenzar a contestar este test, ingresa tu correo en la parte señalada.
- Además, ingresa tu nombre, apellido y curso en el espacio solicitado.
- Este test no será evaluado, por lo que los datos ingresados serán utilizados solamente para llevar un registro "individual" de los alumnos que contesten.
- Este test contiene un texto del cual se formulan 14 preguntas que debes contestar, marcando la alternativa que consideres correcta.

Sign in to Google to save your progress. Learn more
Email *
Ingresa tu nombre, apellido y curso: *
Los Ladrones
(El escenario se encuentra dividido en dos partes: una representa la casa de la familia Molina, todos están en el living; la otra mitad tiene las luces apagadas y representa la biblioteca de la casa de Cristián Maturana. Cristián ha ido a visitar a sus amigos los Molina. Recibe una llamada).

CRIADA: ¡Lo llaman a usted por teléfono, Don Cristián!
CRISTIAN: (mira asombrado a la criada, toma el teléfono y habla): ¿A mí? ¡No es posible, no le he dicho a nadie que venía aquí!
CRIADA: Sin embargo, lo llaman a usted.
CRISTIAN: (Se encoge de hombros, se dirige a la mesita del teléfono). ¡Aló! ¿Con quién hablo?
ROBERTO: Aló, Cristián, estamos en el restaurante “El parrón”. Solo faltas tú. Ven enseguida.
CRISTIAN: ¿Yo? No puedo, tengo que terminar un trabajo urgente, pero ¿podrías decirme cómo sabes que estoy en casa de estos amigos? ¿Quién te ha dado este número de teléfono?
ROBERTO: ¡Vamos, no bromees! Acabo de telefonear a tu casa y me han contestado que estabas ahí. Incluso me han dado el número de teléfono.
CRISTIAN: O yo me he vuelto loco, o quien bromea eres tú. Mi casa está cerrada con llave y el contestador telefónico lo he dejado desconectado. ¡Hombre!, no bromees por favor. ¿Quién pudo haberte contestado?
ROBERTO: No sé. Una voz masculina desconocida me ha dicho: “debe estar en casa de los Molina”. El que ha hablado no parecía muy dispuesto a continuar la conversación, porque se ha apresurado en colgar el auricular. Yo pensé que sería algún pariente tuyo.
CRISTIAN: ¡Roberto, me dejas anonadado! Me iré enseguida a casa. Dentro de veinte minutos sabré de qué se trata.
ROBERTO: Pero, ¿para qué esperar tanto? Telefonea a tu casa y saldrás de dudas enseguida.
CRISTIAN: ¡Tienes razón! Llamaré. Adiós, Roberto, y gracias. Pronto te contaré de qué se trata.
ROBERTO: ¡Adiós! Espero tu llamado.

(Cristián cuelga e inmediatamente marca el número de su casa. Sus manos le tiemblan. Está muy nervioso)

CRISTIAN: 1254359 ¡Marca! ¡Marca! ¿Por qué demora tanto? Ahí está. (tu – tu – tu – tu, pausa y contestan) ¡Aló! ¿Es el 1254359?
VOZ 1: Sí, sí, sí. ¿Qué quiere?
CRISTIAN: ¿Y usted quién es? (grita furiosamente al mismo tiempo que está intrigado. Desde el otro extremo hay un silencio, Cristián vuelve a preguntar categóricamente.) ¡Aló! ¿Y usted, quién es?
VOZ 1: ¡El dueño de casa ha salido! ¿y?
CRISTIAN: ¡Vaya noticia! ¡Ya sé que he salido! Porque el dueño de casa ¡soy yo!... ¿Quién es usted? ¿Qué hace ahí en mi casa?
VOZ 1: Espere un momento… No estoy solo. Voy a llamar a mi compañero… ¡Miguel, ven a ver si entiendes a este señor!

(Se encienden las luces de la otra mitad de la sala. Es la casa de Cristián. Hay dos ladrones de negro, con guantes y enmascarados. Están en la biblioteca de la casa. Uno de ellos, Miguel, toma el teléfono y habla con Cristián).

MIGUEL: ¡Qué pesadez! ¡Dios mío! ¡No nos dejan trabajar! Aló, ¿Quién es? ¿Qué desea?
CRISTIAN: ¿Cómo que qué desea? ¿Podrían decirme, qué hacen ustedes en mi casa?
MIGUEL: ¡Ah! ¿Es usted el dueño de casa? ¡No sabe usted lo que me alegro!
CRISTIAN: ¿Cómo?
MIGUEL: ¿Tendrá la bondad de decirnos dónde están las llaves del escritorio? … Llevamos un largo rato buscándolas.
CRISTIAN: Pero ¿Qué dice usted?
MIGUEL: ¡Que estamos locos buscando las llaves de estos cajones!
CRISTIAN: Pero ¿para qué?
MIGUEL: (responde irónicamente). Para no vernos obligados a descerrajar los once cajones; lo cual, además de ser muy molesto, sería una lástima, pues el escritorio es magnífico. Lo menos le habrá costado a usted unos 200 mil pesos. ¿Qué necesidad habrá de destrozar un mueble tan fino como este?

(Cristián se ve muy ofuscado, molesto, se inquieta; habla en un tono firme)

CRISTIAN: ¡Ah! ¡Canallas! ¡Bandidos! ¡Ladrones! Han entrado en mi casa para robarme. ¡Espérense! ¡Allá voy! ¡No tardará la policía en atraparlos!
MIGUEL: Sus amenazas, caballero, no nos asustan (habla con tono sereno y persuasivo). Antes de que llegue usted tendríamos tiempo de sobra para huir. No conseguirá nada usted viniendo. Lo mejor es que nos diga dónde están las llaves del escritorio.
CRISTIAN: ¡Ladrones! ¡Bandidos! ¡Canallas! ¡Granujas! ¡Ya los tendré entre mis manos! No tardarán en tener su merecido.
MIGUEL: ¡Qué tontería, caballero! ¡No se ponga así! ¡Sea razonable! En vez de estropear el escritorio descerrajando los cajones, abriendo tapas, rompiendo su lámpara, barriendo con todo lo que hay en la mesa (vuelve a hablar irónicamente). Le preguntamos: ¿Dónde están las llaves? Debería usted agradecérnoslo y no usar esas expresiones groseras.
CRISTIAN: ¡No puedo hablar de otra manera con sinvergüenzas como ustedes!
MIGUEL: ¡Mida usted sus palabras! ¡No responderemos a sus injurias! Pero… si usted cambia, no destrozaremos los sillones con el cortaplumas que trae Claudio, mi compañero; ni dejaremos la casa en un estado lamentable. (Claudio, sentado en el sillón de la biblioteca, afirma todo lo que habla su compañero) Figúrese usted, ¡Qué bonito quedaría todo si no nos trata con cortesía!
CRISTIAN: ¡Tiene gracia! (en tono conciliador). Pónganse ustedes en mi lugar. Penetran ustedes en mi casa, buscan arruinarme, y … ¡pretenden que les trate como a unos hidalgos!
MIGUEL: ¡Pero si nadie la arruinará a usted! Aunque nos llevemos algo, ¿qué importancia tiene eso para usted? A nosotros, en cambio, no nos sacará de pobre, pero nos ayudará a vivir.
CRISTIAN: Me hago cargo (responde con voz alterada por la emoción). Yo estaba seguro de que había de conmoverse profundamente. Lo que no acierto a comprender es el provecho que les reportará a ustedes el estropearme los muebles.
MIGUEL: Ninguno, pero no podemos tolerar tus insultos.
CRISTIAN: Bueno, no los insultaré más. Veo que son ustedes hombres inteligentes, razonables. Incluso reconozco que tienen derecho a cierta indemnización por el trabajo, que sin duda les habrá costado entrar en mi casa.
MIGUEL: (Mirando a Claudio y con tono firme). ¡Ya lo creo! No están sencillo como se figura la gente…
CRISTIAN: Lo comprendo, amigos míos, lo comprendo. Lo que no me explico, es para qué necesitan ustedes las llaves del escritorio (interviene Claudio, le quita el teléfono a Miguel y habla).
CLAUDIO: ¡Para buscar el dinero!
CRISTIAN: (calmadamente, baja el tono) – Debo advertirles que tengo muy poco, y que además … está muy bien escondido… dígame francamente… ¿Cuáles son sus aspiraciones?
CLAUDIO: ¿Cómo?
CRISTIAN: ¿Qué piensan ustedes llevarse consigo… de lo que me pertenece?
CLAUDIO: Pues bien, tranquilícese, no pensamos robarle gran cosa.
CRISTIAN: ¿Ve usted? Acabaremos por entendernos. ¡Queridos amigos! Tengo dinero en casa, poca cosa, como le he dicho, ciento cincuenta mil pesos, sin mis indicaciones nunca llegarán a ellos. Podrían llevarse ciento veinte, los treinta restantes son para gastos en cuentas urgentes que debo cancelar. Les doy mi palabra de honor de no denunciarlos a la policía. ¿Aceptan ustedes?
CLAUDIO: ¡Trato… y nuestra palabra!
CRISTIAN: Está bien, ahora escuchen, encima del escritorio hay una caja de sobres azules. En el fondo de la caja, debajo de los sobres, ahí está el dinero… ¿se les habría ocurrido buscar en ese lugar?
CLAUDIO: Confieso que no.
CRISTIAN: Al irse del lugar tengan la bondad de apagar la luz.
MIGUEL: ¡Descuide usted!
CRISTIAN: Al salir hagan el favor de cerrar con llave, para que no entren ladrones.
MIGUEL: ¡Descuide usted!
CRISTIAN: Si se encuentran con el portero, díganle que fueron a dejarme unos papeles de la imprenta, como los llevan con frecuencia, no despertarán sospecha.
MIGUEL: ¡Muy bien, señor! Adiós.
CLAUDIO: ¡Adiós y gracias!

(Toman el sobre, cuentan el dinero, apagan la luz y salen. En el otro extremo del escenario, Cristián cuelga y apura para llegar a casa).

CRISTIAN: Cuando les cuente a mis amigos esta historia, sabrán felicitarme porque me las sé arreglar en las circunstancias más difíciles.

El que primero contestó el teléfono en la casa de Cristián fue *
2 points
¿Cuál era la gran desventaja que tenía Cristián frente a los ladrones? *
2 points
¿Dónde se encontraba el dinero de Cristián? *
2 points
¿Qué buscaban los ladrones cuando llama Cristián a su hogar? *
2 points
¿Por qué motivo la actitud de Cristián cambia? *
2 points
¿Qué consejo les da Cristián a los ladrones para que no tengan problemas? *
2 points
¿Qué le impedía a Cristián ir donde Roberto? *
2 points
¿Cuánto dinero tenía Cristián disponible para entregar? *
2 points
¿Para qué llama Roberto a Cristián? *
2 points
¿Qué argumento utiliza Miguel para calmar a Cristián? *
2 points
¿Dónde se encontraba Cristián al inicio de la historia? *
2 points
¿Cómo se entera Roberto que Cristián estaba en otro lugar? *
2 points
¿Qué situación evitó que los ladrones destruyeran los muebles de Cristián? *
2 points
¿Cómo reacciona Cristián al enterarse de los “visitantes” que estaban en su casa? *
2 points
Submit
Clear form
Never submit passwords through Google Forms.
reCAPTCHA
This content is neither created nor endorsed by Google. Report Abuse - Terms of Service - Privacy Policy