Nuestras facultades se encuentran limitadas, cuando se restauren, seremos capaces de emprender otros aprendizajes.
La eternidad será una vida sin los estragos del pecado.
En la eternidad, los redimidos seguirán aprendiendo y creciendo.
Toda educación debería encaminarnos a la escuela del más allá.
Cuanto más aprenda el hombre en la eternidad, tendrá mayores argumentos para amar y glorificar a Dios.
Los científicos que estudian la naturaleza, se topan con las limitantes que imponen las leyes del mal.
A pesar de los hallazgos, la ciencia como la conocemos, es limitada a la luz de la eternidad.
El Antiguo Testamento está lleno de promesas sobre la vida eterna.
Es una torpeza prepararse para la eternidad teniendo mucho que disfrutar en esta vida.
La vida eterna es una continuación de la vida que tenemos aquí en la tierra.
El verdadero conocimiento, irremediablemente, nos mueven a dar mayor gloria a Dios.
Dios tiene trazado un segundo plan de redención, por si algún día, alguien vuelve a revelarse contra su ley de amor.