El pequeño colibrí azul se sentía triste y cansado. Se perdió cuando viajaba con su familia en busca de un lugar más cálido donde pasar el invierno, y cuando entró la noche, después de mucho tiempo buscándolos sin ninguna suerte, se resguardó en una pequeña cueva que encontró en la montaña, sin saber si volvería a ver a sus seres queridos le entristecía profundamente. No te alejes de nosotros cuando migramos a otro lugar-, le repetían siempre sus papás. Pero él se emocionaba con todas las cositas que descubría durante sus viajes. No se dio cuenta de que el tiempo pasaba y cuando de pronto alzó su vuelo llamando a su familia para enseñarles lo que había descubierto, vio que su llamada no era respondida, y que sus papás y sus hermanos habían seguido su vuelo, y donde estaban ahora ya no podían oírle. De pronto un enorme temor se adueñó de él. El sol ya casi no alumbraba y temía quedarse solo en el bosque, así que salió volando en busca de su familia. Pero la noche entró y él seguía solo. Buscó entonces un lugar donde cobijarse y allí pasó la noche. Al día siguiente cuando despertó no recordaba que se había perdido, pero pronto al levantarse recordó lo que había sucedido, y empezó a preocuparse. ¡Oh, Dios mío! ¿Qué voy a hacer aquí solo? ¿Dónde está mi familia? Y pronto descubrió cómo les echaba de menos. Sus papás siempre le repetían que si algún día se perdía lo que tenía que hacer era no alejarse del último lugar por donde habían pasado todos juntos, ponerse en un lugar suficientemente alto como para que pudieran verle cuando volvieran a buscarle, y que nunca dejara que el miedo le impidiera ver la realidad. ¡Es verdad! - Dijo cuando recordó. -Mis papás me dijeron que tenía que hacer si me perdía así que no tengo nada que temer, mi familia me está buscando y pronto nos reuniremos. De nuevo todo volvía a ser hermoso, y la seguridad de que encontraría a su familia le hacía volar feliz y alegre. Pronto encontró de nuevo el lago por donde volaron la última vez, y allí buscó el árbol más alto y se posó en una de sus ramas. Mientras esperaba, empezó a canturrear y poco a poco se fueron añadiendo a su canción todos los pajaritos. Él les contó que se había perdido, y decidieron cantar muy muy fuerte para que todo el que pasara pudiera oírlos. Pronto su canción se podía escuchar desde muy lejos, lo que ayudó a su familia a encontrarle más rápidamente. Después de aquel día, nuestro pajarito se había hecho más sabio. Ahora sabía que tenía que advertir siempre a su familia cuando se alejaba de ellos durante sus viajes. Sabía también que durante el camino de la vida encontraría a quienes le ofrecieran su ayuda, y lo más importante de todo, descubrió que cuando el miedo se apoderaba de él las cosas más hermosas podían parecer las más terrible.