Las generaciones cambian y es lógico que entre una y otra puedan llegar a surgir malentendidos, dudas e incluso desconfianza. Para quienes son mayores, resulta complicado a veces entender los cambios y las modas que se dan en todo tipo de asuntos. En ocasiones, no entienden las nuevas formas de comunicación, las cuales son mediadas por una tecnología que cambia súbita y constantemente y sin que muchos se percaten de ello a cabalidad. Sobra decir que también los cambios en las formas de hablar y de percibir el mundo, de satisfacer las necesidades básicas e inclusive en la velocidad a la que los jóvenes buscan que les sean satisfechas suelen ser causa de errores y conflicto. Todo ello contribuye a expandir la brecha entre la visión del mundo entre las distintas generaciones: por un lado, está la que ha cumplido sus metas y ha vivido a su manera, y por la otra, una nueva, pujante y dinámica, que exige cambios y vive quizá en una incertidumbre que en la actualidad parece ser mucho más evidente y abrumadora. No obstante, parece que la brecha general generacional que siempre existe y seguirá existiendo será la mejor guía que permita a cada generación coexistente buscar la manera de adaptar sus distintas realidades y sortear las dificultades que se les presenten. Quizá si hubiera una fórmula para pasar por alto todo esto, nadie tendría por qué preocuparse y la vida sería mejor y más sencilla, aunque quizá también resultaría insulsa y anodina.