Mi entorno me permite descansar, alimentarme bien y atender mi salud sin restricciones extremas.
Siento que tengo herramientas (personales o sociales) para afrontar cambios inesperados sin colapsar.
Tengo espacios donde puedo ser yo mismo/a sin miedo a ser rechazado/a.
No necesito aprobación constante porque reconozco mi propio valor, aunque también agradezco el respeto externo.
Estoy dispuesto/a a postergar recompensas inmediatas por alcanzar algo que tenga verdadero sentido para mi vida.
Las decisiones importantes de mi vida no están condicionadas por la falta de dinero, comida o salud.
Las personas que me rodean reconocen mis capacidades y me lo hacen saber.
Me siento acompañado/a y contenido/a por al menos un grupo con el que comparto valores o propósitos.
Puedo proyectar metas a mediano plazo sin temor constante a perder lo que tengo.
Más allá de sobrevivir o progresar, estoy enfocado/a en convertirme en la mejor versión de mí mismo/a.