Nosotros, coordinación general de la serie internacional Antropoceno, motivados por las presentaciones y diálogos del segundo encuentro de la serie, recientemente concluido en Santarém do Pará, Brasil (agosto / septiembre 2023), con el apoyo de los miembros del comité científico y participantes del evento y demás personas que firman esta carta, hacemos pública nuestra posición frente a la destrucción en curso de lo que llamamos el territorio-síntesis del Antropoceno: la Amazonia.
Sabemos por la arqueología que la historia de la presencia humana en la selva amazónica se remonta a más de 12.000 años. A lo largo de esta historia, los pueblos nativos han desarrollado una convivencia profundamente armoniosa con la selva y sus seres, esenciales para su modo de vida.
Sin embargo, las acciones humanas destructivas, promovidas por invasores, se extienden cada vez más: la forma de relacionarse con la selva, sus criaturas y las comunidades indígenas y tradicionales se caracteriza por la violencia extrema, explícita en el actual escenario de degradación del bioma y en la presencia arraigada de facciones criminales que operan en diversos frentes de explotación económica en este vasto territorio.
La gravedad del problema, como viene advirtiendo la ciencia del Sistema Tierra, es sencilla de entender: las actividades depredadoras, en múltiples vectores de acción en la región amazónica – con una fuerte influencia del capital en demandas que trascienden fronteras – inciden en el proceso de ruptura de este complejo sistema, llevando a una destrucción irreparable de la Amazonia, con impactos sentidos a escala planetaria.
Las consecuencias directas de la alteración de este bioma, que por su tamaño influye directamente en la dinámica de la biosfera, están motivadas por intereses económicos depredadores y extractivos y se combinarán en la instalación de un escenario distópico generalizado, con la extinción masiva de especies y la tragedia de una civilización que se ha alejado de la naturaleza extrayendo de ella todo para ser producido y consumido en un modo de vida urbano.
La deforestación, los incendios, la apertura de pastizales, las represas hidroeléctricas, las explotaciones mineras clandestinas, los monocultivos de plantas exógenas, el envenenamiento del agua y de la tierra, la violencia contra los pueblos nativos y tradicionales, así como el delirio actual de promover la exploración petrolera en la desembocadura del Amazonas, son las evidencias expuestas en este cuadro temerario de un futuro próximo y sombrío.
Llamamos a Brasil a mostrar y manifestar su capacidad de participar en la construcción de un mundo con respeto y responsabilidad hacia las generaciones futuras - humanas y no humanas - y a asumir su posibilidad de ser un país capaz de proteger su dimensión natural y cultural de forma no depredadora; y a los Tres Poderes de la República Federativa de Brasil a actuar en armonía para reconocer, garantizar y fortalecer los derechos que promueven la nación biodiversa y multiétnica, incluyendo los conocimientos ancestrales que enseñan en este sentido.
Nos solidarizamos con las luchas sociales y los derechos de los pueblos originarios y tradicionales que habitan la Amazonia y todo el territorio nacional.
Denunciamos los ampliamente divulgados intereses económicos violadores de la Tierra, que impactan significativamente en la Amazonia y son ejercidos y promovidos a través de la difusión de diversas formas de violencia, cuyo límite o resultado final es la muerte de comunidades humanas y no humanas en un contexto de degradación ambiental generalizada, evidente en el envenenamiento de los ríos amazónicos por el mercurio, la devastación de la flora y la fauna por los incendios, entre otros resultantes de la explotación económica depredadora.
En este contexto, como ciudadanos del mundo, pedimos a Brasil, como signatario de tratados y convenciones en defensa de los derechos humanos y del medio ambiente, que responda a la altura y a la escala de la geografía e de los problemas que se agravan constantemente. Con esto en mente, y en la urgente necesidad de una acción efectiva, pedimos específicamente:
1) la inmediata demarcación y titulación de los territorios de los pueblos indígenas y quilombolas;
2) que Brasil incorpore los Derechos de la Naturaleza en su Constitución, como está ocurriendo en otros países sudamericanos como Ecuador, Bolivia y Colombia, con la participación de los pueblos originarios y tradicionales, incluyendo los conocimientos ancestrales en la educación y toma de decisiones sobre la naturaleza.
Antropocénica
Octubre 2023