Ser ministro(a) extraordinario(a) de la comunión es un verdadero honor, pues se trata de llevar a Jesús vivo -en su Cuerpo y Sangre-, a los enfermos que por su situación concreta no pueden ir personalmente hasta la iglesia para celebrar la misa y comulgar con el resto de la comunidad. Es una alta responsabilidad que exige compromiso, seriedad, entrega, formación, disciplina y, por encima de todo, vocación. Quiere decir que no se llegas a ser ministro(a) extraordinario(a) por arrebato, sino porque surge en tu interior el anhelo puro y sincero de servirle a Dios de esta manera; es un llamado que el Señor mismo te hace, porque sabe que tienes justo lo que hace falta.
¿Te gustaría unirte al grupo de ministros? No te vamos a decir que es fácil, pues antes debes formarte -lo cual lleva un tiempo-, y debes asumir un compromiso muy serio de conversión continua. Aquí puedes postularte, y con mucho gusto nos pondremos en contacto contigo para que puedas conversar directamente con el sacerdote al respecto. Si es la voluntad de Dios que tú le sirvas de este modo, nosotros estaremos muy contentos de acompañarte en tu camino!
Si deseas informarte antes acerca de las normativas establecidas por la Iglesia para los ministros extraordinarios,
lee en este enlace los numerales 154 al 160 del documento Redemptionis Sacramentum.