TEXTO 3.
Sí, te quiero,
no es porque te lo digo:
es porque me lo digo y me lo dicen.
El decírtelo a ti, ¡qué poco importa
a esa pura verdad que es en su fondo
quererte! Me lo digo
y es como un despertar de un no decirlo,
y como un nacer desnudo,
el decirlo yo solo, sin designio
de que lo sepa nadie, tú siquiera.
Me lo dicen
el cielo y los papeles tan en blanco,
las músicas casuales que se encuentran
al abrir los secretos de la noche.
Si me miro en espejos,
no es mi faz lo que veo: es un querer.
El mundo,
según le voy atravesando,
que te quiero me dice
a gritos o en susurros.
Y algunas veces te lo digo a ti;
pero nunca sabrás que ese “te quiero”
sólo signo es, final, y prenda mínima;
ola, mensaje -roto al cabo,
en son, en blanca espuma-
del gran querer callado, mar total.