Introducción
Con el Evangelio de Mateo se abre el canon del Nuevo Testamento. Desde épocas muy antiguas se ha identificado al escritor de esta versión, a Mateo, o Leví, uno de los doce y quien fuera publicano, cobrador de impuestos para el imperio de Roma (Mt. 9:9).
Mateo, como testigo presencial de los hechos que relata, enfoca a Jesús como el rey que habría de venir, haciendo énfasis en su genealogía, con la que comienza el libro y de la que alcanzan bendición todas las naciones (Gn. 22:18, Gá. 3:8,16). Señala también que es del linaje de David, requisito fundamental para ser el Mesías Rey. La genealogía de Mateo, describe la línea de José “Marido de María, de la cual nació Jesús” (Mt. 1:16). Pero es importante recalcar el hecho de que en ningún momento se dice que José engendró a Jesús, respetando así el hecho del nacimiento virginal de Cristo.
Por estas y otras razones puede advertirse que la versión del Evangelio de Mateo iba dirigida principalmente al pueblo judío, al que anunciaba el reino de su Mesías, en la persona de Jesús. Es la versión del Evangelio que contiene más citas del Antiguo Testamento y la que registra más palabras de Jesús.
El lector cristiano, tendrá, en este libro, un completo retrato de Jesús: Su genealogía, los sucesos relativos a su nacimiento, su bautismo, sus enseñanzas (gran parte de las cuales se encuentran en el sermón del Monte), su ministerio en el que libertó a muchos oprimidos, sanó enfermos, e hizo milagros, su pasión, su muerte, y su resurrección. Dicho en otras palabras, el discípulo de Jesús tiene en este libro la oportunidad de conocer más de su Maestro y del llamado que dejo: “Id y haced discípulos a todas las naciones….” (Mt. 28:19). Descansando en la promesa final, que debe ser la confianza del cristiano: “y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mt. 28:20)