La maestra y la lecto escritura

Había una vez una maestra llamada Rosa que enseñaba en una pequeña escuela rural en la región de Cusco, Perú. A medida que la pandemia de COVID-19 afectaba al mundo, las aulas se quedaron vacías y los niños y niñas se vieron obligados a quedarse en casa. La educación a distancia resultó ser un desafío para muchos de ellos, especialmente para aquellos que no tenían acceso a la tecnología.

Cuando finalmente se permitió que los niños regresaran a la escuela, Rosa se encontró con una situación alarmante. Los niños y niñas de quinto grado, que debían haber aprendido a leer y escribir en los años anteriores, no habían adquirido esas habilidades debido a la interrupción de la educación. Rosa estaba decidida a ayudarlos a ponerse al día.

Se reunió con los padres de los niños y niñas y les explicó la situación. Les pidió su colaboración para trabajar juntos y ayudar a sus hijos a superar esta dificultad. Los padres estaban igualmente preocupados y dispuestos a hacer lo que fuera necesario.

Rosa se propuso un plan intensivo para recuperar el tiempo perdido. Durante las primeras semanas, trabajó en la identificación de las necesidades de cada estudiante. Descubrió que, si bien todos estaban en el mismo grado, tenían diferentes niveles de comprensión y habilidades. Algunos no sabían nada sobre letras y sonidos, mientras que otros tenían un conocimiento básico.

Con la paciencia de un maestro dedicado, Rosa organizó clases especiales después de la jornada escolar para estos niños y niñas. Utilizó juegos, cuentos y actividades interactivas para hacer que el aprendizaje fuera divertido y atractivo. Además, involucró a los padres en este proceso, enseñándoles cómo apoyar a sus hijos en casa con la lectura y la escritura.

A medida que pasaban los días y las semanas, los niños y niñas comenzaron a mostrar un progreso sorprendente. Sus ojos brillaban de entusiasmo al reconocer palabras y letras, y se sentían más seguros a medida que sus habilidades mejoraban. Los padres también estaban encantados de ver los avances de sus hijos y se comprometieron a continuar apoyándolos en casa.

Al cabo de un mes, esos niños y niñas que habían comenzado sin saber leer ni escribir eran capaces de leer cuentos sencillos y escribir oraciones básicas. Rosa y los padres estaban orgullosos de lo que habían logrado juntos en tan poco tiempo. La perseverancia, el trabajo en equipo y el compromiso habían hecho posible lo que parecía imposible.

La historia de Rosa y sus valientes alumnos se convirtió en un ejemplo de cómo la educación y el esfuerzo conjunto pueden superar cualquier obstáculo, incluso en los momentos más difíciles. La maestra rural y sus alumnos demostraron que con determinación y amor por el aprendizaje, se pueden lograr grandes cosas, incluso en medio de una pandemia.

Miguel Ángel Pinto Tapia

Next
Clear form
This content is neither created nor endorsed by Google. Report Abuse - Terms of Service - Privacy Policy