Introducción
El segundo libro de “Los Reyes”, abarca un periodo de casi 400 años en los cuales hubo una serie de acontecimientos trascendentales para los dos reinos en los que se encontraban divididos los hijos de Israel: Israel al norte, cuya capital era Samaria y Judá al sur, cuya capital era Jerusalén.
Por un lado los reyes de Israel se caracterizaban por vivir continuamente apartado de Dios, debido a lo que la Biblia llama “los pecados de Jeroboam” (2Re.13:2; 15:9, 18, 24, etc.) que consistió principalmente en la introducción de altares idolátricos, destacando el de Dan y el de Betel. El relato de este libro se inicia con el reinado de Ocozías de la casa de Omrí, reinando en Samaria y así continúa marcando la sucesión de reyes hasta llegar a la caída de Samaria, cuando fue conquistada por los asirios llevando a todo el pueblo cautivo (Caps. 17 y 18) en el año 722 A.C. aproximadamente.
Por otro lado el reino de Judá hubo muchos reyes con tendencias a desobedecer los mandamientos y estatutos de Dios, como fue el caso de Joram, Acaz y Manasés; sin embargo, hubo otros cuyo corazón si fue recto delante de Dios, como Joás, Ezequías y Josías. Pero en general el pueblo se alejo del Señor, de manera que Dios estableció un serio castigo para corregir a Judá y dijo Jehová: “también quitaré de mi presencia a Judá, como quité a Israel…” (2R. 23:27), esto se cumplió aproximadamente 150 años después de la caída de Samaria, cuando los babilónicos conquistan Jerusalén y se llevan cautivos a los pobladores de Judá. Con este hecho se cierra la narración del segundo libro de Los Reyes.