Un pueblo que ya no confía en sus gobernantes está perdido.
La gente busca un liderazgo oportunista y con mano dura.
Un gobernante absoluto puede hacer tambalear a una nación en un proceso de transición.
Dios desea mostrarnos que él está al control de todo a pesar de que nuestro mundo está desmoronándose.
Dios exige santidad de su pueblo.
Para alcanzar santidad se requiere arrepentimiento, apartarse de los malos caminos, así como obediencia y fe en Dios.
El fuego es un agente purificador que destruye las impurezas.
El Santuario de Dios es un lugar de refugio para los débiles e imperfectos.
El deseo de Dios es destruir a más de uno, ya que no habrá lugar para todos en el cielo.
Aunque los hombres se resistan, Dios sigue insistiendo para que se arrepientan.
Nuestra respuesta a Dios es una variable que puede inclinar hacia nuestra salvación o perdición eterna.
Aunque no acepten la invitación, Dios desea que todos conozcan de él y de su amor.