En el pueblo de abecelandia, habían  cinco personajes muy importantes y populares, pues aparecían en todas las palabras que se formaban.  Estos personajes eran las vocales. pero ¿saben? raramente se juntaban, porque sus ancestros habían tenido una lucha por el poder en las palabras,  así que decidieron organizarse en comunidades  diferentes. Por eso en abecelandia encontramos   el combo de las vocales abiertas  formado por la a - e - o y el combo de las vocales cerradas formado por la i - u.
 
La señora sílaba y el señor guión, eran los que dirigían los destinos de las vocales según la unión que tuvieran. Así que, si entre ellas se daba una unión de vocales seguidas que se pronunciaban en una sola sílaba, la señora sílaba las mandaba a vivir en la tierra del diptongo y si por el contrario,  se daba la unión de dos vocales que se pronunciaban en sílabas diferentes, el señor guión las mandaba a vivir en la tierra del hiato. El bichito del amor se divertía a menudo con las vocales, y hacía que se diera todo tipo de relaciones

Las vocales cerradas i, u eran querendonas, amorosas y les gustaba acoger a todo el que se les acercara, así que, entre ellas se enamoraban, se juntaban y jamás se divorciaban, se prometían que, si en su unión se daba el acento, la tilde se marcaría sobre la segunda vocal. Enamoradas, las vocales cerradas con acento y respetando el acuerdo se casaban y la señora sílaba las llevaba a vivir a la tierra del diptongo donde todo era hermoso.


Cuando se formaban esos diptongos tan amorosos, tenían hijos, así que cuando llegaba una nueva vocal, la familia se crecía y las tres vocales juntas en una misma sílaba un triptongo formarían. Las vocales cerradas en los extremos se ubicarían y la vocal abierta en la mitad permanecía.

Pero les cuento algo, en el país de abecelandia, también ocurrían cosas inesperadas como en cualquier país. Resulta que a veces el bichito del amor tocaba a las vocales abiertas y hacía que éstas sintieran un profundo amor por la vocal cerrada. Así se formaba una nueva unión, pero con una condición; la vocal abierta con su orgullo a cuestas siempre le dejaba claro a su pareja vocal cerrada que ella llevaría la batuta en la casa, por eso llevaría el acento.  La vocal cerrada, enamorada aceptaba y la sílaba las mandaba a vivir muy felices a la tierra del diptongo.
En otras ocasiones, el bichito del amor se volvía un poco atrevido y pinchaba a la vocal cerrada para que esta se enamorara de la vocal abierta y flechada la vocal cerrada le pedía matrimonio a la vocal abierta y ésta señora orgullosa aceptaba, pero, con la condición de mandar en la casa y así llevaba el acento o la tilde a cuestas. La vocal cerrada gustosa aceptaba y la sílaba las mandaba a vivir en la tierra del diptongo.

Pero no todo era felicidad en las uniones que se formaban en abecelandia, por eso quiero que estén atentas a este cuento.
Las vocales abiertas a, e, o eran orgullosas y todas deseaban mantener el poder, por eso se odiaban entre sí y jamás querían estar juntas. Era tal el odio que había entre ellas, que cuando se encontraban en una sílaba, se formaba una lucha de poder y el señor guión las separaba y las mandaba a la tierra del hiato.
Unos  días el bichito del amor, amanecía un poco optimista y con locuras en su cabecita, así que flechaba a una vocal cerrada y a una vocal abierta, pero a la vocal cerrada le ponía un poco de aceite de autoridad y a la vocal abierta le ponía aceite de sumisión para ver si lograba unirlas. Pero, no resultaba, porque la vocal cerrada llevaría el acento y mandaría en la relación y la vocal abierta enfadada no aceptaba para nada, lo cual hacía que inevitablemente se separaran y eran condenadas por el señor guión a vivir en la tierra del hiato, o sea, separadas. Lo mismo pasaba si resultaba una unión entre una vocal abierta y cerrada. La cerrada, llevaría el acento y se marcaría la tilde y la vocal abierta indignada no aceptaba esa desfachatez y separada de la vocal cerrada quería permanecer. El señor guión, las mandaba a vivir en la tierra del hiato.
De estas uniones entre vocales, el bichito del amor aprendió lo siguiente, para que todos lo tengan presente:  Primero, “Amar es comprensión”. Segundo, “A quien amamos podemos odiarlo, cuando el sentimiento no es genuino y está cargado de egoísmos”. Finalmente, concluyó que algunos están destinados a amarse, comprendiéndose sin rezongos, en un mismo espacio como el diptongo y el triptongo. Otros están condenados a vivir divididos, bien sea por el autoritarismo o el superiorato, en medio de una unión como el hiato.