El cambio climático afectará a las explotaciones ganaderas tanto en aspectos sociales (por ejemplo, trabajar en condiciones de temperaturas elevadas), económicos (por ejemplo, disminuyendo la rentabilidad) y ambientales (por ejemplo, mayores desastres naturales).

La gestión de las explotaciones influye sobre el cambio climático, por ejemplo a través de un menor o mayor uso de energía procedente de fuentes no renovables, una menor o mayor emisión de gases de efecto invernadero, o una menor o mayor generación de residuos.

Los canales cortos de comercialización aumentan el empleo de combustible y favorecen que la riqueza generada marche a otros territorios.

La aplicación de las medidas de adaptación se tiene que realizar teniendo en cuenta todas las características de la explotación, los efectos previstos del cambio climático, y que sea sostenible a nivel ambiental, social, y económico.

Las medidas de adaptación deberán ser el máximo de generales para que puedan aplicarse en todas las zona, sin contemplar los posibles factores locales y las peculiaridades sociales y ambientales propias de cada lugar.